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Vida y muerte del Inca Atahualpa, el último soberano del Tawantinsuyu [VÍDEO]


Este es la historia del último gobernante inca, cuyo fin también fue el fin de una de las civilizaciones más sorprendentes de la América precolombina.

Atahualpa o Ataw wallpa (en quechua) fue el último soberano del Tawantinsuyu que regentó desde 1525 hasta 1533. Fue uno de los muchos hijos del Inca Huayna Cápac, quien murió en circunstancias muy extrañas. Algunos estudiosos afirman que falleció como consecuencia de la viruela que trajeron los primeros europeos que, para entonces, ya habían tenido contacto con algunos pueblos de la hoy denominada Sudamérica.

Poco antes de morir, en 1525, este inca en su lecho de muerte decidió favorecer a su hijo Atahualpa dejándole el gobierno de Quito, la parte septentrional del Tawantinsuyu, y a su hijo Huáscar le heredó el gobierno de Cusco. Inicialmente la relación entre estos dos hermanos fue pacífica, pero la ambición de Atahualpa de hacerse gobernador de todo el Tawantinsuyu provocó una larga y sangrienta guerra civil.

Entre los investigadores e historiadores, peruanos y ecuatorianos, aún no existe consenso en cuanto al lugar de su nacimiento, algunos afirman que nació en Quito y otros en Cusco. En lo que sí están de acuerdo es en que Atahualpa vivió durante su infancia y su juventud junto a su padre en Cusco, la capital del Tawantinsuyu, donde recibió educación que en su condición de noble le correspondía.

Retrato del inca Atahualpa (del quechua Ataw Wallpa) último
soberano del Tawantinsuyu.

El cronista español Pedro Cieza de León, asegura en sus escritos haber averiguado el lugar de nacimiento de este inca preguntando en las calles de Cusco. Los orejones cusqueños le habrían revelado que Atahualpa fue menor que Huáscar y que el lugar de su nacimiento fue el Cusco, además, el cronista descartó que su madre fuera quiteña. Otros cronistas como Bernabé Cobo y Santa Cruz Pachacuti, también aseguran lo mismo, que Atahualpa nació en Cusco, mientras que el Inca Garcilaso de la Vega, es uno de los que afirma que Atahualpa tuvo un origen quiteño.

Otros cronistas señalan que el inca vivió junto a su padre Huayna Cápac y su hermano Ninan Cuyuchi en Tomebamba; se trasladaron a esa región del actual Ecuador cuando el inca tenía 16 años, y con ellos se trasladaron también el ejército inca y los generales de más altos rangos para continuar con la expansión al norte del Tawantinsuyu, dejando a Huáscar (Waskar) como incap rantin (vicegobernador) de Cusco.

Ya estando en Quito, el soberano Inca Huayna Cápac, encargó a Atahualpa el mando de una campaña militar, con el cual sometió a los punaneños (del Golfo de Guayaquil) quienes no querían pagar sus tributos.

En esta región permanecieron por más de 10 años sofocando rebeliones y conquistando más territorios; fue donde Atahualpa aprendió el arte de la guerra, junto a los hábiles generales como Chalcuchímac y Quisquis. Los cronistas lo describen como alguien de "vivos razonamientos y con mucha autoridad".

Pero en 1525, Huayna Cápac muere en Quito de una rara enfermedad; algunos investigadores dicen a causa de la viruela. La misma enfermedad atacó también a su hijo Ninan Cuyuchi, que se hallaba en Tomebamba. Por esos años esta misma epidemia llegó también a Cusco matando a personajes importantes de la elite inca, varios de ellos aspirantes a ser ceñidos con la mascapaicha, razón por la cual Huáscar se convirtió en el preferido de la élite cusqueña para asumir el gobierno.

Luego de ser nombrado Inca, Huáscar, sufrió un golpe de estado que intentó poner la mascapaicha a su hermano Tito Atauchi., pero este intento falló y, como consecuencia, este fue asesinado. Este suceso hizo que los cusqueños perdieran su confianza en Huáscar, desencadenando la antipatía de los nobles contra el inca. 

Huáscar empezó a ver con preocupación la estrecha relación que existía entre el poderoso ejército del norte con Atahualpa, por esa razón ordenó a su hermano ir a Cusco. Los generales norteños convencieron a Atahualpa de no ir, porque sospechaban que si lo hacia corría el riego de ser ejecutado. Pero envió algunos emisarios con obsequios con la intención de convencer a su hermano de sus buenas intenciones, pero este lo tomó como una afrenta y torturó a sus mensajeros para luego enviarles de regreso con regalos denigrantes. Este maltrato a su persona y a sus sirvientes enojó a Atahualpa y se dispuso marchar hacia el Cusco junto al ejército quiteño que estaba bajo el mando de Quisquis y Calcuchimac, al mismo tiempo el inca Huáscar envió también a su ejército hacia el norte. De ese modo se dio inicio a una cruenta guerra civil que duró 3 años.

Ilustración que muestra la guerra civil entre atahualpistas y huascaristas.

Fueron 13 sangrientas batallas: Cusibamba, Mocha, Cochahuailla, Bombón, Yanamarca, Ambato, Angoyacu, Tavaray, dos en Cotabamba y tres en Tomebamba. Luego de finalizada la guerra, Huáscar fue hecho prisionero y maltratado por los generales Quisquis y Chalcuchimac quienes lo llevaron descalzo ante Atahualpa.

Al llegar los españoles tomaron prisionero a Atahualpa, y desde la prisión este ordenó la ejecución de Huáscar en 1533 porque tenía temor a que los españoles le devolvieran el trono.

Atahualpa es secuestrado en Cajamarca

Cuando Atahualpa se hallaba en Pultumarka (actualmente conocido como Baños del Inca), muy cerca de Cajamarca, el invasor Francisco Pizarro envió como emisario a Hernando de Soto, junto con 20 jinetes y un intérprete hacia el inca para informarle que lo estaba esperando en Cajamarca. Cuentan que en ese encuentro el inca sorprendió a los embajadores españoles ya que nunca se asustó ante los caballos que incluso le soplaron en la cara, este hecho ocurrió porque el inca ya tenia conocimiento, gracias a sus espías, que los caballos no eran peligrosos, pero no ocurrió lo mismo con algunos soldados que sí se atemorizaron al ver por vez primera a estos animales. En aquel encuentro el inca les confirmó que acudiría a Cajamarca al día siguiente.

Aquel día del encuentro, los invasores españoles prepararon un plan y se escondieron tras los edificios de la plaza de Cajamarca y armados hasta los dientes esperaron ansiosos. Unas horas más tarde, observaron aterrorizados el fenomenal ingreso del inca, junto a unas 6.000 personas conformados por danzantes, servidores, nobles y algunos guardias, los soldados del ejército inca se quedaron fuera, tanto así que los principales generales del inca, Quisquis y Calcuchimac, no formaron parte de la comitiva, es por eso que algunos cronistas mencionan que los acompañantes de Atahualpa no portaban armas, porque la intención del inca no era combatir con los extranjeros, sino impresionarlos para convencerlos de su gran poder y, como era costumbre de los incas en estos casos, negociar, pactar una alianza y agasajarlos con un banquete, pero como bien sabemos, la intención de los invasores era otra.

Los españoles se escondieron estratégicamente para luego masacrar a los naturales
y tomar prisionero al inca. 

Además, en este encuentro Atahualpa esperaba encontrar al líder español con el cual tenía intenciones de conversar e impartir el banquete que, probablemente, habían preparado para la ocasión, pero al ingresar a aquella infausta plaza solo salió a su encuentro el fraile Vicente de Valverde, quien se comunicó con el inca a través del interprete Felipillo, aunque algunas fuentes dicen que fue Martinillo o ambos. Atahualpa decidió tratar el asunto diplomático con este fraile, y como era su costumbre, inició la conversación compartiendo la chicha de jora en un kero, pero Valverde, temeroso de ser envenenado, tiró la bebida ancestral al suelo y esto enfureció al inca; luego el fraile ordenó al inca aceptar la religión católica romana como única y verdadera religión y someterse a la autoridad del papa Clemente VII y del rey Carlos I de España.

Seguidamente le entregó un anillo como regalo, un misario y una Biblia indicándole que, en ese objeto, extraño para el soberano andino, se hallaba la palabra de Dios. Para Atahualpa todos estos objetos carecían de valor o significado; indignado porque el fraile insinuó que se sometiera a otro “señor” que ni conocía ni estaba presente en el lugar, arrojó los objetos al suelo y al mismo tiempo ordenó a Valverde que los extranjeros paguen por todo lo que habían robado de sus dominios; al escuchar esto el fraile muy asustado salió corriendo del lugar y Pizarro dio la señal para dar inicio la masacre.

Los disparos de sus cañones y sus fusiles rompieron el silencio de aquel día en aquel lugar, lanzaron su caballería y comenzaron a asesinar y mutilar sin piedad ni distinción de género o edad a todo nativo que encontraban a su paso.

Los súbditos del inca que se encargaban de cargar el anda también fueron asesinados, pero cuando alguno caía era inmediatamente remplazado por otro para evitar la caiga al suelo de su señor. En medio de esta matanza uno de los invasores, cuchillo en mano, se acercó ante el inca con la intención de matarlo, pero Francisco Pizarro se lo impidió porque ya tenía otros planes para él y ordenó que “nadie tocase al inca”. Aquel día, 16 de noviembre de 1532, la matanza que obraron los invasores españoles fue indiscriminada, perdieron la vida entre 4.000 a 5.000 servidores del inca, aunque otros cronistas dicen hasta 12.000. Ese día fue asesinado también el señor de Chincha, íntimo amigo de Atahualpa, con cuyo reino los incas habían pactado un estrecha y admirable alianza. Del bando español solo murió un esclavo negro.

Tras estos sangrientos hechos, Atahualpa fue tomado prisionero por los invasores y encerrado en un palacio de Cajamarca; según relata el cronista Guaman Poma de Ayala, el inca estuvo muy deprimido porque le quitaron a su esposa (coya), sus riquezas y su reino. Cuentan que luego de estos hechos el inca lloró, no comía mucho y dormía poco. 

Más tarde el inca se haría amigo de Pizarro, y sintió cierta admiración por Hernando Pizarro, de quien diría que "era un gran señor". Se cuenta que aprendió el castellano en 20 días y que mientras estuvo preso aprendió a leer y a escribir, que jugaba mucho a la "Taptana", un antiguo juego de mesa inca al cual algunos historiadores confundieron con el ajedrez.

Estando prisionero, Atahualpa ofreció llenar dos cuartos (habitaciones) de oro y plata "hasta donde llegara su mano" a cambio de su liberación, al oír esta proposición los españoles aceptaron de inmediato y el inca envió la orden de que sus súbditos de todo el Tawantinsuyu le enviasen la mayor cantidad de oro y plata posible hasta Cajamarca y, de hecho, así fue.

El famoso cuarto del rescate en Cajamarca.

El 10 de mayo de 1533, Pizarro y sus huestes invasoras decidieron iniciar de inmediato la fusión de los metales preciosos para convertirlos en lingotes y enviarlos a España con la intención de exhibir los frutos de su invasión ante el rey, claro está, apartando su cuota del botín. La cuantiosa riqueza fue distribuida de la siguiente manera: el capitán general re­cibió 57.220 pesos de oro y 2.350 marcos de plata, cada peón 4.440 pesos y 180 marcos; cada jinete recibió en promedio 8.880 pesos y 326 marcos, y el quinto real sumó 100.000 pesos y marcos. El único que no obtuvo ninguna recompensa fue el fraile Valverde porque sus votos de pobreza se lo impedían. Sin duda, este fue un suculento negocio para los mercenarios pizarristas.

Si lo analizamos desde su valor económico, algunos historiadores, como el argentino Felipe Pigna, afirman que los tesoros acumulados para este rescate España no lo hubiera podido acumular ni en 50 años. Fueron 24 toneladas de oro y plata, cuyas riquezas se ha valorizado en aproximadamente 695 mil millones de dólares actuales; eso nos indica que las riquezas del Tawantinsuyu superaban con creces a las riquezas que poseía la Europa de aquel entonces. Este pago que realizó el inca Atahualpa es considerado como el mayor rescate pagado en la historia de la humanidad; aun así, los españoles lo sentenciaron a muerte, pero antes de asesinarlo, sus secuestradores lo bautizaron con el nombre hispano de "Juan Francisco”, y lo acusaron de idolatría, fratricidio, poligamia, incesto y de ocultar un tesoro. Claro está, cualquier acusación sin sustento era válida para los invasores.

La desmedida codicia por el oro y por la plata fue traída por los europeos
para quienes estos metales preciosos tenían un alto valor económico.

Tras ser bautizado, el cura Valverde le concedió el deseo de ser embalsamado, según sus creencias, para lograr la resurrección en el otro mundo. Luego de esto fue ejecutado por estrangulación, el 26 de julio de 1533, en la plaza de Cajamarca. En su crónica Pedro Pizarro relata que Francisco Pizarro lloró al ver morir al inca. La noticia de su muerte se extendió por todo el Tawantinsuyu originando una gran anarquía, varias etnias huascaristas, que fueron dominados por el ejército de Atahualpa, se sublevaron e intentaron recuperar sus dominios.

La ejecución del inca Atahualpa el 26 de julio de 1533.

Las crónicas relatan que fue enterrado en la iglesia de Cajamarca, pero unos días después sus restos desaparecieron de manera misteriosa; se sospecha que sus servidores lo rescataron para enterrarlo junto a sus ancestros en algún lugar, pero hasta el día de hoy no se sabe a ciencia cierta donde exactamente fue enterrado. Algunos investigadores afirman que la cabeza de Atahualpa fue llevada a España y ahí es conservado en un museo hasta el día de hoy.

Tras la muerte de este inca, los españoles temerosos de una revuelta que acabara con sus planes, nombraron de inmediato como inca a Túpac Huallpa, otro de los hijos de Huayna Cápac, pero a los pocos meses este murió envenenado por el general Calcuchimac, del lado del ejercito de Atahualpa. Luego de este suceso, se presentó ante los españoles otro de los hijos de Huayna Cápac llamado Manco Inca Yupanqui, quien les ofreció ayuda militar para expulsar a los soldados de Atahualpa del Cusco que estaban bajo el mando del general atahualpista Quisquís. Fue de ese modo como los incas huascaristas se unieron a los invasores españoles con la intención de recuperar sus dominios y expulsar al ejercito atahualpista que estaban al mando de los generales Quisquis y Calcuchimac.

Enterados de esto, los hombres del fallecido inca Atahualpa abandonaron sus puestos en la oscuridad de la noche, eso permitió que el viernes 14 de noviembre de 1533, Francisco Pizarro, sus huestes y los nativos colaboracionistas ingresaran pacíficamente al Qosqo (Cusco).

Aquel día, los invasores hallaron a la ciudad casi deshabitada, solo unos cuantos sacerdotes y orejones ya ancianos se hallaban en la urbe inca, pero quedaban en pie las impresionantes edificaciones con estructuras de piedra tallada, muchas de estas residencias estaban llenos de joyas, de objetos de oro, plata y piedras preciosas, cosas que tanta atracción motivaba en las codiciosas mentes de los extranjeros, quienes de inmediato iniciaron el saqueo destruyendo todo a su paso, incluso los sitios sagrados como el Coricancha o Templo del Sol fueron violentados para hacerse de sus tesoros, del mismo modo los depósitos donde se guardaban los productos más finos del imperio.

Luego de esto iniciaron la repartición de las residencias, Pizarro tomó para él el palacio de Casana, que era propiedad del inca Huayna Cápac; Gonzalo Pizarro tomó como vivienda el palacete de Cora-Cora y Almagro se apropió de una mansión vecina, que estaba ubicado frente a la actual plaza mayor.

Dibujo de Guamán Poma de Ayala coloreada, donde aparece representado 
Atahualpa en Cajamarca, sentado en su trono o usno. Delante de él 
están Francisco Pizarro y el fraile Vicente de Valverde.

Significado de su Nombre

En los últimos meses algunos internautas han estado difundiendo una versión en la que se argumentaba de que el nombre de este inca sería Atabalipa, cosa que carece totalmente de sustento histórico y lingüístico, por tanto, se trata de una falacia. Todos los historiadores contemporáneos más serios están completamente de acuerdo de que su nombre fue Atahualpa, del quechua Ataw Wallpa, que expresa Ave o Pájaro de la fortuna o la buena suerte; venturoso en la guerra o la conquista, según el significado que nos brinda el cronista González Holguín. El término Atabaliba es una castellanización, una deformación de los hispanos, que nada tiene que ver con el idioma quechua porque en este idioma no existe la consonante ‘B’. (Puedes leer más detalles al respecto AQUÍ.)

En los siguientes videos el canal Hanan Historia y Cultura puedes ver más interesantes datos.

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Bibliografía

-Juan de Betanzos (1987). María del Carmen Rubio, ed. Suma y Narración de los Incas. Madrid-España: Ediciones Atlas.

-José Antonio del Busto Duthurburu (2000). Pizarro 1 (1.ª edición). Lima: Ediciones COPÉ.

-José Antonio del Busto Duthurburu del (2001). Pizarro 2 (1.ª edición). Lima: Ediciones COPÉ.

-Pedro Cieza (2005). Franklin Pease G. Y., ed. Crónica del Perú-El Señorío de los Incas.

-Waldemar Espinoza Soriano (1986). Destrucción del Imperio de los incas (4.ª edición). Lima: Amaru editores S.A.

-Waldemar Espinoza Soriano (1997). Los Incas (3.ª edición). Lima: Amaru Editores.

-Julio R Villanueva Sotomayor (2002). El Perú en los tiempos modernos. Lima: Empresa periodística Nacional S.A.

Algunos datos adicionales fueron tomados de wwws.wikipedia.org | www.biografiasyvidas.com | www.monografias.com


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1 Comentarios

felixpanta ha dicho que…
Siempre es interesante contrastar la Historia de los vencedores y los vencidos... Aun me cuesta entender como un ejército con experiencia en batallas, fueron fácilmente doblegados con escasa bajas del invasor... Muy interesante crónica..